Una joven de Blanes pasa sus vacaciones en Atenas prestando ayuda humanitaria a los refugiados

Iris Sequera García

Iris Sequera García

Iris Sequera García, vecina de Blanes de 28 años y activista de Amnistía Internacional, ha permanecido del 2 al 19 de este mes en Atenas pasando sus vacaciones como voluntaria en campos de refugiados, donde ha prestado ayuda a personas adultas y niños que viven en unas condiciones extremadamente difíciles.

Las noticias que ha generado el éxodo masivo de sirios a causa de la guerra no la dejaron indiferente. Tampoco el penoso y arriesgado desplazamiento que realizaban para llegar a la isla griega de Lesbos y, desde esta adentrarse en los países de la Europa comunitaria. También, le indignaron las dificultades que miles de personas tienen para conseguir el permiso de asilo y residencia. «Uno de los motivos para ir a Grecia ha sido ver como los gobiernos europeos les daban la espalda. Tenía que hacer algo», nos comenta.

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A la izquierda de la imagen, Iris, con un grupo de niños en el campamento de Skaramagas

Iris, que tiene un grado y un máster en Turismo y que domina el inglés, nos cuenta que desde principios de año empezó a rastrear en las redes sociales, principalmente en Facebook, para disponer de información acerca de la ayuda que podía prestar. Desplazarse a Atenas, pagarse la estancia, alojamiento y alquiler de un vehículo le ha comportado un gasto de 1.300 euros, que es todo el dinero que tenía ahorrado.

Iris Sequera, con dos voluntarias en un campo de refugiados

Iris Sequera, con dos voluntarias en un campo de refugiados

Inicialmente planificó desplazarse a Lesbos, pero los recientes controles en Turquía para detener el flujo de refugiados a la famosa isla griega, la llevaron a cambiar sus planes. Así, consideró que podía aportar su esfuerzo en los campos de refugiados que hay en la periferia de Atenas.

Camapmento de refugiados de Skaramagas

Campamento de refugiados de Skaramagas

La mayor parte del trabajo de voluntaria lo ha desarrollado en el campo de refugiados de Skaramagas, en el que hay aproximadmente unas 4.000 personas, alojadas en módulos prefabricados, en unas condiciones de habitabilidad mejores que en otros campamentos que solo cuentan con tiendas de campaña. También, efectuó puntuales aportaciones en los campamentos de Eliniko, Eleonas y Ristona, este último a una distancia de una hora en coche desde Atenas.

Campamento de refugiados de Ristona

Campamento de refugiados de Ristona

En Skaramagas contactó con miembros de la ONG griega Pamperakis, que le gestionaron la obtención de una tarjeta de identificación que le permitió entrar y salir del campo de refugiados. Aproximadamente acudía al campamento entre las 10 horas de la mañana y hasta últimas horas de la tarde.

Campamento de refugiados de Ristona

Campamento de refugiados de Ristona

Gracias a las gestiones que realizó a través de internet consiguió recaudar unos 1.000 dólares mediante donativos realizados a una cuenta de Pay-Pal. Ese dinero lo cambió a euros en Atenas y lo gastó en compras de alimentos y enseres básicos que repartió entre los refugiados con los que contactó.

Una niña refugiada, en el campamento de Skaramargas

Una niña refugiada, en el campamento de Skaramagas

Buena parte de la asistencia material y emocional que prestó la dedicó a una familia afgana formada por una mujer de 40 años, su hija de 19 y los dos hijos de esta, de corta edad. El desamparo en que se encontraban, sobre todo por no contar con un varón, la llevó a pasar muchas horas de convivencia, de la que ha surgido una amistad que continúa alimentando con el intercambio frecuente de mensajes a través de WhatsApp, y que le permiten saber en qué situación se encuentran y cuál es la evolución que experimenta el campamento de Skaramagas.