La Rua de Carnaval desplegó en Blanes un vistoso espectáculo alejado del espíritu transgresor de la fiesta

Esta tarde, entre las 17 y las 19,30 horas se ha celebrado en Blanes la Rua de Carnaval 2011, en la que ha participado 30 carrozas y comparsas que han conformado un grandioso carrusel de disfraces, en el que han participado han participado unas 1.500 personas, según informó un portavoz de la organización.

Algunos carruajes procedían de poblaciones cercanas, que ayer intervinieron en las ruas de sus municipios y que hoy han vuelto a lucir sus disfraces y sus números de baile, buscando tal vez uno de los premios que se entregan y que les pueden ayudar a abaratar el gasto realizado. Señalar que el recorrido la Rua – avenida Jaume I, Joaquim Ruyra y Passeig de la Marina-, congregó a miles de blandenses que siguieron el paso de las comitivas con antención, seguramente realizando muchas personas su particular juicio de valor acerca de la calidad de la puesta en escena de las comparsas.

Como suele ser habitual en las ruas carnavaleras de los últimos años, el espíritu transgresor y crítico del Carnaval ha quedado arrumbado por una tropa de corsarios, hijos de Harry Potter, colegas de Matrix y espadachines, con lo cual el disfraz corre el riesgo de parecerse bastante a un uniforme.

Menos mal que la uniformidad total es difícil de conseguir y siempre, de rondón, se cuela algún cuerpo voluptuoso, algún disfraz atrevido. Algo es algo. El Carnaval del siglo XXI es ya una fiesta grupal, incluso familiar, en la que los peques que participan con toda seguridad se lo pasan la mar de bien.

Carroza “heterodoxa”

La carroza más incisiva, es decir, más “heterodoxa” –qué paradoja: ¿el Carnaval no debe ser un canto a la heterodoxia?-, seguramente fue ese vehículo eléctrico transmutado con algo de imaginación en Papa-móvil, seguido por una carroza alusiva a la visita del Pontífice a Barcelona, con un ligerísima alusión al reventón de la burbuja inmobiliaria (no ha pasado de moda, pues el eco del estruendo aún se oye). Este cronista vio sonreir a la gente cuando el Impostor repartía bendiciones a diestra y siniestra, no pudiendo decir lo mismo del efecto suscitado por el resto de comparsas.

Texto, edición y fotos: José Fernández